Hace unos días, en pleno confinamiento, quedamos unos pocos amigos en casa para echar unas mezclas, recordar viejas batallas y disfrutar de unas cervezas siempre respetando las medidas de seguridad. Una de nuestras conversaciones favoritas es como nos enganchamos al mundillo del Hardcore, o si me apuras, a la música electrónica en general. Ah! Qué gratificante recordar aquellos tiempos… Es una reflexión de alguien que tiene ya una edad y quizá lo que aquí se relate, carezca de sentido para mucha gente, así que pido disculpas por adelantado.
Mis inicios
En mi caso particular puedo decir que mi primer contacto con la música electrónica fué a través de dos recopilatorios: el primero de ellos, el Bolero Mix 8
Resulta que en una de mis incontables visitas a El Corte Inglés (omito el enlace adrede) con mis padres, aparte de acercarme a la sección de cómics y echarle un ojo a alguno de ellos, tenía la manía de pasarme por la sección de música, ya que en aquél entonces, los primeros CDs estaban disponibles para su escucha en aparatos que debían ser un discman enjaulado en un expositor que anunciaba la portada y unos grandes botones para ir pasando de pista.
Recuerdo que a los críos (yo lo era por aquél entonces) nos flipaba ponernos los auriculares, muchos de ellos en estado deplorable, y dejar que sonara música. De hecho la música era lo de menos, lo de más era aislarse en la música, normalmente con una calidad suprema, a pesar de los auriculares, ya que muchos no disponíamos de reproductores de CD y no estábamos acostumbrados a escuchar música con tal nivel de fidelidad. Eso hizo que me hiciera con una copia en vinilo del Bolero Mix 8, ya que o era en cinta de cassette o en vinilo ya que en casa no disponíamos de otra cosa para escuchar música. No fué mi primer vinilo ya que antes me había hecho con algún disco de Hombres G, pero esa es otra historia…
El tema es que ese recopilatorio removió algo en mi. Y curiosamente no fue el increíble Megamix de Quique Tejada o la inclusión del «Así me gusta a mi» del gran Chimo Bayo. Si me tuviera que quedar con un tema, me quedaría con el «Last Train to Transcentral» de KLF, pero fueron muchos (sino todos) los temas que resonaron en la cadena Hi-Fi del comedor de casa, para «disfrute» de los vecinos.
El otro recopilatorio que me inició en la electrónica fue el Maquina Total 3, un recopilatorio que llegó a mis manos en forma de cinta de cassette en una gasolinera entre Albacete y Barcelona, en uno de esos viajes veraniegos al pueblo de mis padres. No era consciente del contenido de esa cinta hasta que acabó en el coche para desdicha de mi familia. Sonó incontables ocasiones, probablemente hasta el límite tolerable por mis padres, pobres, no sabían lo que les iba a venir encima. Dicho recopilatorio tuvo una enorme repercusión, mucho mayor que sus dos anteriores ediciones, sobretodo gracias a la inclusión en su portada de un Terminator, ya que por la época se había estrenado la película con mismo nombre. Incluso recuerdo los anuncios por la tele… aisssss…
Tras éstos dos vinieron muchos más, pero guardo un cariño especial por sendos recopilatorios, dos sagas que, dicho sea de paso, son historia viva de lo que muchos jóvenes españoles de la época empezaban a mamar musicalmente.
Djs, A&Rs y derivados
Y vosotros estaréis pensando… ¿realmente a qué viene esta historieta? Pues viene a que en esa reunión de amigos y en otras de conocidos, familia y desconocidos, siempre acabamos confesando que nuestra iniciación en el mundo de la electrónica venía propiciada por la adquisición (o escucha) de una recopilación o bien por la escucha de según qué material en determinada emisora de radio. Ya he confesado anteriormente el enorme impacto que tuvo en mi la escucha de programas de radio como It’s your time comandado por Toni Peret, Ponte a top de Quique Tejada, o incluso World Dance Music de Fernandisco. Tanto los recopilatorios como los programas de radio tenían alguien detrás que se encargaba de la selección de la música que se iba a incluir en ellos. Tenían el poder de la selección (musical).
Resulta que ese poder era algo que podía llevar a un producto al más absoluto fracaso o encumbrarlo a lo más alto. Y esa selección tenía un impacto brutal en cómo la gente se acercaba a determinados estilos musicales. El público en general no gozaba de la posibilidad de escuchar TODA la música del planeta, y estos – A&Rs, DJs – permitían seleccionar, escoger entre la inmensidad del océano aquellos tracks que ellos consideraban los mejores, los que mejor acogida tendrían, los que mejor encajaban con los tiempos. Pero fuera de lo obvio, tenían una responsabilidad a mi juicio enorme, que era la de guiar a su público, educarles, enseñar un poco más allá de los límites del estilo para empujar a ese público seguir indagando, buscar su propio espacio en el enorme y variado mundo musical.
Esa guía permitía diversificar productos a las discográficas e incluso a las emisoras de radio, creando nuevos programas, nuevas sagas discográficas, nuevas, en definitiva, propuestas para el público mayoritario. Estas propuestas no iban a contar de inicio con el apoyo de la corriente mayoritaria (o mainstream) pero el potencial de explotación era (y sigue siendo) enorme.
La actualidad
Como ya anuncié en mi prólogo, este relato es un poco de abuelo cebolleta y quizá hoy día no tiene sentido… ¿o si? Programas de radio, como diría aquél, haberlos, haylos, pero, ¿van más allá o se quedan en lo fácil, en lo mainstream? Mi opinión es que poco hay.
Recopilatorios…. quedan algunos, rarezas diría yo, muchos menos que antaño.
Diréis, con razón, que hay formatos que han suplido a los citados: mixclouds, soundclouds, podcasts, blogs, vlogs, live streams… pero, ¿realmente ayudan a la selección, a la criba de lo mediocre, a la guía, a la educación músical? Soy de la opinión que hoy en día es mucho más difícil seguir la corriente musical, algo que la pandemia está agravando. Los Djs son los grandes guías musicales, figuras actualmente silenciadas por la COVID-19. Si, algunos de ellos siguen activos ya sea en directos en remoto o streams, fiestas virtuales o barbacoas, pero mucho menos que antes del corona. Y tengo la sensación que todo es efímero, caduco…
Antaño, quizá por que había menos, por que podíamos acceder a menos o por la razón que fuere, machacábamos una y otra vez el recopilatorio de marras, hasta el punto de estropear los vinilos y los cassettes de la época. Hoy rara vez repetimos un tema «gracias» a la manera que tenemos de consumir la música. ¿Tendremos clásicos de 2020? Temas que dentro de diez, quince años se pincharán y dirás, qué tiempos… Tengo dudas.
El poder es tuyo
No tengo respuestas para muchas de estas preguntas pero si me preocupa que deleguemos en un algoritmo de (ponga aquí su servicio en streaming de música favorito) elija qué música debe escuchar el público. Sobretodo porque esa selección (musical) muchas veces está condicionada a otro tipo de intereses que nada tienen que ver con la música en si (por ejemplo, marketing).
Tengo la sensación que hemos delegado el poder de la selección (musical) en entidades que se rigen por criterios puramente comerciales y eso nos llevará irremediablemente a que las corrientes principales sean cada vez más grandes, y los nichos de mercado, más irrelevantes. Y eso, para la música extrema como es el Hardcore, es sumamente perjudicial porque va en detrimento de su creatividad, de su esencia, de su rebeldía.
¿Como podemos evitar esto? Quizá si ya estás leyendo estas líneas no seas parte del público mayoritario, ya eres un habitual en buscar y rebuscar en canales no siempre fácilmente accesibles, en buscar aquellas joyas que huyen de los servicios que la gran parte de la gente usa. Yo lo practico, uso mucho bandcamp, una plataforma que permite a artistas acercarse a su público sin el yugo que exigen otras grandes corporaciones. Participar de foros, blogs (como éste), grupos de fans en redes sociales… instrumentos que están ahí, que nos permiten acercarnos a aquello que mejor se adapte a nuestros gustos. Quizá hoy el problema es que hay mucho, muchísimo material, en ocasiones de calidad dudosa que merece que pongas quizá más atención para esa criba. En resumidas cuentas, es cosa tuya seleccionar entre la inmensa oferta musical. El poder de la selección (musical), es (y siempre ha sido) tuyo.
P.D.: Un ejemplo donde ver qué se ofrece en la vertiente más extrema de la electrónica es el programa de Simon Underground en Yotube. Merece mucho la pena.